Un sujeto, un desconocido, una persona, sea hombre o mujer, por la calle lo intercepta y le dice: Buenas noches estimado cómo anda usted y usted fíjese, fíjese que el desconocido le dice eso y fíjese que usted le responde buenas noches desconocido ando bien yo y usted y usted fíjese que usted mismo le responde esta barbaridad al desconocido, usted le dice esta barbaridad al desconocido y el desconocido le pregunta a usted qué barbaridad, de qué barbaridad está usted hablando y usted está hablando de la barbaridad que le dijo al desconocido hace unos instantes y el desconocido no reconoce de qué barbaridad está usted hablando y usted se queda pensando un poco porque no recuerda haberle dicho nada sobre ninguna barbaridad, sino que, piensa usted que fui yo quien dije que usted le decía algo y que, según mi consideración eso que le decía era una barbaridad, pero yo puedo decirle, pudo afirmarle señor, que no fue consideración mía, sino que usted al desconocido, luego de que éste le diga buenas noches estimado cómo anda usted y usted le diga buenas noches desconocido ando bien yo y usted, luego de eso usted le respondió esta barbaridad al desconocido; esas son las palabras que salieron de su boca: esta barbaridad al desconocido.
Un sujeto, un desconocido, una persona, sea hombre o mujer que, por la calle lo intercepta y le dice todo eso no debe estar en sus cabales y es conveniente alejarse en seguida, no vaya a ser que
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