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Todo lo que hay en este blog es literatura. Puede ser interpretada como se quiera, por ende y todo lo que se diga al respecto será respetable y respetado. Es por eso que pido a los lectores y visitantes de este blog que comenten; lo que les parezca, "su opinión nos interesa".



Además me gustaría aclarar que toda la producción publicada en este blog no es mía propia, sino que en todo me ayudó, poco más o poco menos, pero siempre significativamente, Hernán Tenorio.



martes, 9 de agosto de 2011

Ejercicio de escritura automática, del 2008 debe ser.

Acá adentro, mientras tomamos pantuflas en mi casa, siempre siempre mordiendo bizcochuelos y tomándoselo calmadamente, más despacio; más lento. Rojo, naranja y verde. Las luces están confeccionadas con soltura, miedo y tragedia. No escribir no sería gris. Nadar dentro o fuera, pero nadar. En seguida uno se cansa y no puede. Tóneles de azufre hirviendo te caen en la guitarra y las rayas oscuras te pesan en el pie. Los azules, ataúdes, lloran manzanas y ballenas. Un dedo muy largo te golpea el pecho y te resuena. Resuena. Nieve en tu piel y frío en el cielo. La puerta, verde como el pato en la laguna. Levantate, hay algo que hacer y no ver más lejos. Aprender en el mismo techo que tu familia no es sensato y no es sincero. El dolor en la lapicera te cena y aflige. Ranas en tu pelo y piojos en el estanque. Romanos tienden a subir y las lanas anidan en tu cara. Los suéteres te comen las uñas y la cerveza te las toma. Ocho ojos te miran como una araña entre los dedos de tus pies. El ruido en las escafandras, abajo del mar o en la luna. Delante de las panderetas se mueven los nenes con tenedores y tenerifes. Borges se cae en el pozo de la inocencia y de la incontinencia. El tapado no te deja mover y el auto. El feo horror que se eleva en tus constelaciones te arrepiente de correr y para, parás. Un túnel: entrás entre Renatas y serenatas para tocar un sí bemol y un no sostenido. Vemos lo que no se debe ver; enfrentamos las miradas menos escolásticas. San Anselmo y los pájaros te pegan en la cara. La sangre te empapa los pies. ¿Ves? Es lo que se debe. Y la letra no sale bien; se deforma bináreamente y ya es tiempo de salir del túnel y parar. Ya es hora de que la negra se exprese como debe y de que no se arrepienta más de enhebrar hilos con sus pestañas, o de cabalgar... y soltar las riendas.

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